martes, 16 de enero de 2007

La obra colectivizadora de la Revolución Española

La obra colectivizadora de la Revolución Española

A 65 años de la gesta revolucionaria española, sus realizaciones y experiencias aún siguen siendo valiosas. Más allá de sus virtudes y errores fue la experiencia autogestionaria más rica de la historia del anarquismo y del movimiento obrero.

El golpe y la revolución.


Nunca habíamos estado tan cerca. Nunca la posibilidad concreta de realizar en la práctica el ideal libertario se había vislumbrado con mayor claridad en la historia. Luego del golpe fascista del 18 de julio de 1936 contra la República española, gobernada por la coalición de izquierda Frente Popular, la reacción popular estalló de inmediato - espontánea- contra los militares facciosos. La acción popular fue impulsada en especial por los militantes anarquistas, la gran mayoría vinculados orgánicamente a CNT-FAI (Confederación Nacional del Trabajo- Federación Anarquista Ibérica), quienes encabezaron las acciones más arriesgadas contra los fascistas. La conspiración triunfó en algunas regiones, y no pudo imponerse completamente, amaneciendo el día siguiente - 19 de julio- con el país dividido en dos mitades: la España republicana (donde se impuso el gobierno democrático burgués e izquierdista) y la España franquista (en donde se impusieron los militares derechistas que pronto serían acaudillados por Francisco Franco).Pero el 19 de julio además de comenzar una larga guerra de tres años, también se inició en el sector republicano uno de los procesos revolucionarios más singulares que se conozcan. Las masas revolucionarias sobrepasaron a los dirigentes, que en un inicio observaban impávidos la acción popular desatada: asalto de cuarteles y comisarías, repartos de armas en la población civil, ocupación de todos los edificios públicos y estratégicos, ocupación y colectivización de fábricas, transportes, comercios, servicios públicos y una profunda revolución colectivista en el campo, esta última de lejos la más significativa y vasta. Esta revolución no se llevó a cabo en toda la zona republicana con la misma fuerza, participación y decisión de las masas sino que se extendió principalmente en aquellas zonas en que la presencia de los anarquistas españoles era mayoritaria: Aragón, Cataluña y Levante. En Aragón y Levante la colectivización fue esencialmente agraria, debido al carácter eminentemente rural de la región, y en Cataluña fue un fenómeno más urbano, puesto que es la zona industrial por excelencia de España.

La CNT, sus tendencias.

Los anarquistas españoles eran en su gran mayoría pertenecientes a la corriente que comúnmente se llama anarcosindicalista. El anarcosindicalismo sostiene que los sindicatos además de ser el organismo de lucha de los trabajadores contra el capitalismo y que aspira a concluir en una revolución social - es decir comunista anárquica o comunista libertaria, sin Estado ni propiedad- luego de la revolución serán los organismos económicos, organizativos, deliberativos, que lleve adelante la concreción del ideal. Esta meta - al menos en teoría- sería alcanzable por medio de la autogestión económica, la autogestión en la toma de decisiones a través de mecanismos asamblearios y con la aplicación del federalismo de abajo - arriba entre organizaciones sindicales y de productores, mecanismos que impedirían la creación de un nuevo Estado sindical, con una nueva burocracia privilegiada. La CNT era una confederación de sindicatos de tendencia anarcosindicalista y era la más grande de ese entonces, con aproximadamente un millón de afiliados. La otra central sindical era la UGT (Unión General de los Trabajadores) que respondía a los dictados del Partido Socialista Obrero Español, es decir que su autonomía era más bien limitada. No todos los integrantes de CNT eran anarquistas, pero evidentemente el peso del anarquismo era tan notorio que de hecho los militantes de CNT eran percibidos como tales. Pero dentro de su seno existían también diferencias: tenía un ala moderada (liderada por Angel Pestaña, que emigraría formando el Partido Sindicalista, de escasa repercusión) y también un ala combativa, anarquista, y en general compuesta por miembros de la FAI, organización específica del anarquismo hispano. Aún siendo una organización descentralizada, horizontal y antiburocrática era notoria en la CNT la existencia de líderes y cuadros dirigentes, cuyo prestigio y trayectoria los convertía en "líderes naturales", como se los llamaba. Ni en FAI ni en CNT los cargos eran rentados - en CNT sólo cobraba un magro salario el secretario general- por lo cual sus integrantes debían ser en su totalidad trabajadores asalariados.

La República y los partidos.

Los principales partidos de España que formaban parte del sector antifascista eran el PSOE (socialista), el Partido Comunista y - en especial en Cataluña- el Partido Socialista Unificado de Cataluña (aliado del PCE), Partido Obrero de Unificación Marxista (comunista antiestalinista) y Esquerra Republicana (demócratas de izquierda catalanistas). Todos estos partidos fueron hostiles al anarquismo - con excepción del POUM, que reconocía a CNT como principal fuerza sindical revolucionaria- en especial el Partido Comunista y su títere catalán el PSUC. Una vez que el orden comenzó a estabilizarse en el sector republicano se formó el 5 de septiembre un gobierno presidido por Largo Caballero (socialista) e integrado por miembros de los otros partidos. En Cataluña el poder real de la situación estaba en manos de CNT, y el presidente de la Generalitat - es decir, el jefe de gobierno catalán- Luis Companys (E. Republicana) ofreció su renuncia a los representantes de la CNT que se reunieron con él. Sorprendentemente los anarquistas no aceptaron, considerando que el Estado como tal en Cataluña estaba casi extinto y resultaba prácticamente inofensivo. Este error de apreciación será el inicio de una larga cadena de equivocaciones que terminarán comprometiendo a CNT a actuar en el gobierno republicano, entrando en abierta contradicción con los principios antiestatistas que la organización siempre había sustentado. La militancia de base no aceptó de buen grado que 4 anarquistas formaran parte del gobierno central republicano (4 de noviembre de 1936) lo cual generó numerosos conflictos al seno de la organización libertaria. Estos dirigentes anarquistas - de actuación lamentable, por cierto- hicieron estúpidamente el juego a los partidos políticos, convirtiéndose en freno y lastre a la revolución social profunda que las bases estaban llevando adelante sin consultar a ningún dirigente.

La colectivización en el campo y la industria.

El fenómeno de colectivización en Cataluña y Aragón especialmente presenta la característica de ser absolutamente espontáneo y autónomo. Las masas tomaron la iniciativa y los militantes anarquistas en particular, procuraron radicalizar el fenómeno hasta su máxima expresión posible. El 21 de julio, a dos días de comenzada la revolución, los ferroviarios colectivizaron a los ferrocarriles. Luego siguieron el transporte público urbano, la electricidad, y el resto de los servicios públicos. En el primer mes de la revolución ningún organismo, incluida la CNT, intentó encauzar u organizar este impulso colectivista: las masas eran las protagonistas. Fueron colectivizados los transportes y servicios públicos, la industria (metalúrgica, maderera, textil, etc.), comercios, cines y teatros, peluquerías, bares, hoteles y por supuesto, la producción agrícola. En algunas empresas el antiguo propietario continuaba al frente de la misma cuando pacíficamente decidía colaborar en el proceso. En este caso sus tareas eran de asesoría. En estos casos el poder real era del comité obrero de control, que actuaba con mandato de la asamblea. Si el antiguo propietario se resistía a la colectivización, se lo expropiaba sin más. En estos casos el comité electo de trabajadores era quien ejercía la dirección del establecimiento. También muchas empresas fueron socializadas, es decir, fueron reagrupadas por ramo y toda su producción organizada y planificada por el sindicato, cerrando los talleres pequeños e ineficientes y reagrupándolos en unidades mayores y más productivas. Los casos más representativos fueron el Sindicato de la Madera y el de los Peluqueros, socializados en su totalidad. En Cataluña fueron colectivizadas el 70% de las empresas comerciales e industriales; en Aragón medio millón de campesinos se organizaron en colectividades y comunas libres, aboliendo la propiedad privada y los organismos gubernamentales. Pero debe tenerse en cuenta que estas colectivizaciones que actuaban independientemente y autónomamente estaban insertas aún en un marco capitalista y autoritario gubernativo, y la moneda no había sido abolida, los bancos no habían sido incautados y las fuerzas represivas del Estado no habían sido neutralizadas. La excusa para no profundizar esta revolución de las masas era que aún no había finalizado la guerra y que estas medidas radicalizadas tendían a debilitar la productividad y a generar resquemor en las potencias extranjeras. La consigna era primero ganar la guerra y después la revolución. En esta variante reaccionaria entraron incluso algunos dirigentes anarquistas que veían el "colaboracionismo" como un mal menor frente al fascismo. La realidad era que había que matar a las colectividades libres, a las milicias populares y a todo lo que oliera a anarquismo, como lo demostrarían los hechos posteriores. No todo fue color de rosa en el proceso de colectivización: hubo casos de neocapitalismo obrero en algunas empresas beneficiosas, ausencia de solidaridad con comunidades y colectividades pobres, casos de abuso, negligencia y falta de productividad, escalas y diferencias salariales (el comunismo libertario casi no se aplicó), nacimiento de nuevos burócratas, etc. Pero, en general, durante los primeros meses subió el nivel de vida, se redujeron notablemente las diferencias sociales, se abrieron numerosos centros de enseñanza colectivos, mejoró el sistema de salud en una forma ejemplar, se incrementaron las exportaciones para solventar la guerra y por primera vez en su vida los trabajadores fueron quienes comenzaron a decidir y a ser responsables de su destino.

Los enemigos de las colectividades

La ola de colectivizaciones no fue ni ordenada ni impulsada por la CNT. Fue espontánea, aunque alentada desde la militancia de base anarquista. Y la confederación anarcosindicalista en la mayor parte de los casos fue pasada por encima, ni siquiera consultada. Muchos anarquistas tenían una visión gradualista, que consistía en ir paso a paso hasta concretar la revolución final. Esta actitud los llevó a poner frenos a las colectivizaciones para "no ir demasiado rápido". Como puede observarse CNT-FAI tampoco estaba libre del burocratismo, el dirigismo y el etapismo que caracteriza a los partidos marxistas, ni hablar de su intervención en el gobierno. En vez de destruir el poder de una vez por todas y llevar la revolución hasta sus últimas consecuencias se privilegió la necesidad de ganar la guerra por sobre llevar adelante la revolución, cuando el objetivo principal de los anarquistas - y del pueblo revolucionario- inicialmente había sido hacer la guerra para defender la revolución del fascismo. ¿Error estratégico o traición a los principios libertarios? "El 24 de octubre de 1936, el gobierno catalán institucionalizó por Decreto las colectivizaciones. Esto ha sido presentado en muchas ocasiones, hasta por gran número de exégetas de tendencia libertaria, como el simple reconocimiento de lo que habían realizado los propios trabajadores. En realidad, era exactamente lo contrario: el Estado se hace cargo de las colectivizaciones, en primer lugar para limitarlas pero también, y sobre todo, para ampliar su propia influencia y su control en detrimento de la autonomía obrera" (C. Semprún-Maura, en "Revolución y contrarrevolución en Cataluña, 1936-37"). Es decir, que muchos festejaron como una victoria a la primera de una vertiginosa serie de derrotas del campo revolucionario. Quienes critican al anarquismo revolucionario por su ortodoxia en la defensa de los principios libertarios, y que consideran que es mejor hacer concesiones tácticas para obtener una victoria estratégica deberían tener en cuenta lo ocurrido en la revolución española. También la deslealtad a los principios libertarios puede convertirse en una ortodoxia.Todos los partidos republicanos con excepción del POUM - que frente al hecho consumado las apoyaba aunque combatía el "espontaneísmo"- sabotearon las colectividades. Incluso llegaron a reprimirlas como fue el caso de la semana sangrienta de mayo de 1937 en Barcelona y la destrucción de las comunas y colectividades de Aragón a manos del ejército de Líster, ambas represiones comandadas por el Partido Comunista. Se llegó al punto de devolver las propiedades incautadas a los simpatizantes del fascismo y burgueses, y fusilar a mansalva a los colectivistas o "desaparecerlos" como ocurrió con Camilo Berneri (periodista anarquista italiano) y con Andrés Nin (dirigente fundador del POUM). El planteo comunista era hacer primero la revolución burguesa y democrática para luego hacer la revolución socialista. En realidad se trataba de organizar la contrarrevolución estalinista, reprimir a toda oposición y en especial al anarquismo. Para el PC los aliados naturales del proletariado eran los pequeños propietarios y la pequeña burguesía: "Hay que curar aquello que podríamos llamar el sarampión de las incautaciones de bienes de los pequeños industriales, de la socialización de las pequeñas industrias, de todos los abusos de ese tipo. (...) y hacer lo que sea posible para conseguir la nacionalización de las grandes industrias, que las industrias de base pasen a manos del Estado... (José Díaz, secretario general del PC, 2 de febrero de 1937). La archifamosa y archiestalinista Dolores Ibarruri "La Pasionaria" declaraba en nombre del comité central en el diario Mundo Obrero el 30 de julio de 1936 a sólo once días de comenzada la revolución: "Es la revolución democrática burguesa que en otros países como Francia se desarrolló hace más de un siglo lo que se está realizando en nuestro país, y nosotros, comunistas, somos los luchadores de vanguardia... ".La victoria del fascista Francisco Franco, convirtió en realidad el sueño y el programa del Partido Comunista: la revolución burguesa.

Patrick Rossineri

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